Libertad
Una inquietante idea ha nacido en mi mente, y me persigue a través de los sueños y en la vigilia. Me acosa hasta hacerme gritar de desesperación, hecho que multiplica la satisfacción del carcelero.
Pienso que solo Ella, entre todos los mortales, puede liberarme definitivamente, aboliendo de un soplo las cadenas y barrotes, pulverizando con su risa las frías paredes que me comprimen, pero esto solo podría lograrlo desde su propia libertad. Y aquí surge el problema insoluble, el anillo de Moebius de mi desdicha, puesto que solo yo puedo liberarla. ¿Es, pues, imposible que alguna vez lleguemos a estar libres y juntos? ¿Será eterna, como aseguran las voces, la condena? ¿Inamovibles los barrotes? ¿Inmortal el carcelero?
Mi obstinación no lo cree. Escupo mi desprecio contra las paredes de la celda, y me juro que algún día seré libre y seré suyo. Mientras, la lucha por mantener la cordura me justifica y me fortalece.
